10 septiembre 2006

La maté porque era mía


La violencia contra las mujeres está tan arraigada y presente en nuestra sociedad que nos cuesta identificarla, se reconoce en las pautas culturales, en las costumbres, en hábitos tradicionales que perpetúan la condición inferior de las mujeres; todas las practicas que asignan a las mujeres una posición secundaria en la familia, en el lugar de trabajo, en la sociedad.

Al hablar de violencia contra las mujeres, “hablamos de violencia de Género” para dejar claro que esta forma de violencia es una construcción social, no algo espontáneo o que está a la moda y por eso se va a llamar así.

En Viena, en el 93, la ONU reconoce los derechos de las mujeres como derechos humanos y reconoce que la violencia contra las mujeres es una violación contra estos.

Se define violencia contra la mujer cualquier acto que suponga el uso o la coacción con intención de promover o perpetuar relaciones de poder y de sumisión entre hombres y mujeres. A partir de la conferencia de Beijing en el 95, el fenómeno de la violencia de género ha sido reconocido internacionalmente como problema social.

¿De que nos vale todo esto? Nos vale para comprender y aceptar que la violencia contra las mujeres ha existido siempre, lo nuevo es verla como violencia y dejar de aceptarla. Es hacerlo visible, dar a conocer sus características, y no excusarla como un aspecto privado. Hay que defender la igualdad entre los hombres y las mujeres y deslegitimar todas las conductas que buscan el sometimiento de la mujer.

Los estudios realizados en todo el mundo han desarrollado una pauta constante de hechos que desencadenen respuestas violentas: no obedecer al esposo, replicar o negarse a tener relaciones sexuales, no preparar la comida a tiempo, no cuidar a los niños, no ocuparse de la casa, formular preguntas al hombre acerca del dinero o de otras mujeres, trasladarse a otros lugares sin permiso del marido.

¿Por qué existe la violencia de género? Existe porque la violencia de género es aceptada socialmente y culturalmente. La violencia masculina ha sido y es tolerada tradicionalmente como algo natural y por ello fácilmente transmitido en la educación de los niños y niñas.

La violencia contra las mujeres tiene su origen en el Patriarcado. Es una forma de dominio y organización social compartida por todas las sociedades. Las formas de sometimiento femenino aparecen tanto en las sociedades primitivas como en aquellas desarrolladas, reduciendo la participación de las mujeres, infundiendo miedo e inhibiendo sus capacidades, para mantener a las mujeres en situación de inferioridad.

El sometimiento a las mujeres no se ejerce solamente mediante la imposición de la fuerza, sino también en las formas de pensar de entender los comportamientos. Las manifestaciones del Patriarcado son constantes en la cultura occidental, en los mitos, en la religión, en la política...

¿Pero porque las mujeres? La situación denunciada se remonta desde hace muchos años. El papel de la naturaleza ha sido decisivo para la invisibilidad de las mujeres, no se puede negar por naturaleza la igualdad de hombres y mujeres, ya que se consideraba que el fin de la naturaleza al crear a las mujeres fue la conservación de la especie y es por tanto el sexo débil dependiente de la protección masculina en todos los aspectos.

La mitología griega, cuna del pensamiento occidental, es unánime en sostener la inferioridad femenina. Así vemos cómo a través del tiempo la mujer ha sido menospreciada, encerrada en las casas y nunca bien vista en los lugares públicos. La sociedad griega antigua estableció la división entre lo público y lo privado, determinado para cada individuo un espacio de actuación. El espacio público, la política, era dominio del hombre, y el espacio privado, el “oikos”, el hogar, era dominio de la mujer pero encabezado por el padre de familia.

El Medioevo, hereda las ideas de la Antigüedad y las aumenta, y así, el antifeminismo aristotélico se vio reforzado por el de los primeros Padres de la iglesia o el de los clérigos medievales. La evolución ideológica respecto al mundo femenino tiene dos momentos destacables, uno en torno a los siglos XI y XII y otro a partir del siglo XIII. En los siglos XI y XII se produjo un movimiento purificador en el seno de la iglesia que afectó a la mujer de dos maneras: como consecuencia de la imposición del celibato ya que se consideró a la mujer la causa de todos los males y en segundo lugar, por la nueva definición del matrimonio que en consecuencia se convertirá en monogámico y vitalicio. Las facultades de Teología y las nuevas órdenes mendicantes elaboraron el ideal de mujer de la Edad Media tomando a la Virgen Maria como modelo por excelencia”.

Por ello la violencia es una actitud aprendida, los valores que sostienen al aprendizaje de la violencia de genero son el sexismo y la misoginia.

Hoy en día la violencia de genero, esta siendo analizado, pero debemos luchar para que no se produzcan estos daños; físicos y psicológicos en las mujeres, donde el 30 % de ellas se suicidan. Se trata de luchar para que se produzcan modificaciones en la educación, en los temas sobre como educar en actitudes alternativas, es importante buscar el apoyo de la justicia, de la sociedad (se debe tener conciencia sobre la violencia de género), el apoyo de la familia es fundamental para detener y ayudar a prevenir la violencia.

Queda mucho por hacer, al tratarse de un rasgo común a la mayoría de las sociedades, la violencia contra las mujeres es muy difícil de advertir, pero hemos dado pasos, uno de ellos es hacerlo visible, este ha sido uno de los objetivos de las feministas, la violencia contra las mujeres ha tenido que ser denunciada para empezar a verse.

Debemos rechazar todo tipo de violencias; familiares, (cuando existen asesinatos para instaurar la honra) domesticas, violencia como arma de guerra, acoso sexual, mutilación genital, la trata de mujeres y niñas, aborto forzado…Hay que denunciarlo, hacerlo visible y decir “NO A LA VIOLENCIA DE GENERO”.

02 septiembre 2006

Mujer Florero


Un día escuché en la radio, “Mujer Florero” de “Ella baila sola”. No era la primera vez que oía la canción, pero me llamó la atención, esta vez porque tomé conciencia del contenido. Y esto es más o menos lo que oí: De mayor quiero ser mujer florero, metidita en casita yo te espero, las zapatillas de cuadros preparadas, y muy bien hecha la cama, quiero hacerte la comida, aunque poco nos vemos yo aquí siempre te espero, porque yo sin ti no soy nada, muy contenta cuando me das el beso de la semana, es mi sueño todo limpio, serán ordenes siempre tus deseos, porque tu sabes mas que todo, quiero regalarle a tu casa todo mi tiempo, y por la noche te haré la cenita, mientras ves el partido o alguna revista y hablare sin parar de mi día casero , no me escuchas no me miras, ay cuanto te quiero… “ .

Me hizo tomar conciencia del significado de las letras, y sinceramente me pareció aterrador. Por un lado me sentía aliviada pero por otro también bastante triste. Si estoy aliviada es porque hoy en día la mayoría de nosotras luchamos por buscar un espacio en esta sociedad patriarcal. Ya no aceptamos órdenes, ya no nos apetece que nos “encuadren” en la vida privada, familiar. No aceptamos que nuestra realidad sea ser “Mujer Florero”, donde ese beso a la semana, sea la recompensa de limpiar la casa, cuidar de los niños, preparar la cena. Buscamos nuestra identidad, luchamos por nuestros valores, trabajamos y buscamos una conciliación laboral, familiar. No es un delirio es una realidad, una ha de despertarse, concienciarse de los cambios que estamos introduciendo en la sociedad patriarcal y ver la manera de hacerles coparticipes de la realidad. Y me sentí aliviada, porque nos estamos despertando.

Pero por otro lado, también estoy triste, porque desgraciadamente, a pesar de haber salido del mundo privado al mundo publico, seguimos siendo “mujer florero”. Tristemente en esta cultura, el machismo sigue arraigado. Tenemos que seguir avanzando, ya no para que haya ese reconocimiento de que hay que compartir las tareas domesticas, o conseguir una conciliación laboral en condiciones, sino seguir demostrando que no somos unas “imbecilitas” como siglos atrás nos consideraban.

Pongo ejemplos, de cómo aún seguimos siendo mujer florero. En Formula 1 vemos a mujeres siempre sonrientes, sumisas, sosteniendo un paraguas, para que el piloto en cuestión no se moje o no sude bajo el sol. O bien, hay un programa que se emite en una cadena de televisión sobre cómo conseguir ser una buen modelo, cómo deben comportarse, y cómo deben aceptar la critica de unos hombres que les juzgan cual objetos de placer. Nos encontramos nuevamente con la idea de la sumisión.

Otro ejemplo es en la típica cena de negocios, la mujer bajo el brazo de su marido, perfectamente arreglada, buena sonrisa, buen bronceado y cuya función o misión es acompañar al hombre y que éste a su vez se enorgullezca de hacer destacar en la velada que la mujer florero que le acompaña es el mejor de sus bienes.

Puedo seguir con la lista de ejemplos, pero en vez de ello os conmino a que nos concienciemos que el hecho de salir de casa no solo es un paso hacia la independencia de las mujeres, sino de que es una constante lucha por nuestra integridad como mujeres. De que se nos ha de como personas y no como objetos de deseo o de placer al que los hombres manipulen a su antojo.