28 diciembre 2006

Eva, Maria y Sacerdocio Femenino.


La teología Cristiana, en especial la Católica, sitúa a la mujer en una categoría inferior. Considera al hombre el espíritu y a la mujer la materia que se reproduce, que niega de su sexualidad, subrayando la condición de subordinar su vida al cumplimiento de su función reproductiva, condenado a la mujer a parir sin límites y sin condiciones.

La condición de subordinación en la que ha vivido la mujer a través de la historia cristiana, se presenta como el resultado de una decisión divina: un castigo de Dios. El hombre contra la mujer por su participación en el pecado original. Ya en el Antiguo Testamento la mujer aparece como lo negativo, símbolo de la carne, de la tentación, con una Eva sin entidad propia, fruto de la costilla del hombre representando el pecado, el mal, quien además era la responsable de la muerte y el dolor de toda la humanidad.

La Iglesia Católica ampara la misoginia, como queda demostrado a lo largo de la historia. Santo Tomas de Aquino, de la Orden Dominicana, escribe así en su Suma Teológica “la mujer es una cosa imperfecta y ocasional, se halla sometido al hombre, en quien naturalmente hay mejor discernimiento de la razón”

Tertuliano de Cartago, apologista cristiano, escribió que “cada mujer debiera estar caminando como Eva, acongojada y arrepentida, y como castigo debía sentir el dolor de dar a luz a los hijos, necesitando del marido y siendo dominada por éste”.

En la Carta de los Obispos de la Iglesia Católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y l Mundo, publicado por el Vaticano el 31 de Julio del 2004, expone la clara animadversión hacia la mujer en defensa del Dios Varón. En este discurso Ratzinger afirma, que Dios a través de la Iglesia Católica ha decidido levantar el castigo a la mujer. Todo lo que ella tiene que hacer es seguir el ejemplo de la Virgen Maria y sus “disposiciones de escucha, acogida, humildad, fidelidad, alabanza y espera” En el nuevo testamento las interpretaciones machistas de los textos bíblicos realizadas por la Iglesia Católica se acentúan, transformando la figura de una Maria joven, pletórica, en esa mujer hecha para el dolor, la aceptación resignada, sin capacidad de iniciativa y consagrada de por vida a la castidad.

Esta reflexión no es contra la religión, sino específicamente contra las manifestaciones discriminatorias que se solapan tras el lenguaje religioso y que se estiman como productos de la historia. Son los hombres (varones y mujeres) los que han consolidado la desigualdad como medio de cumplir funciones sociales específicas; por ejemplo la segregación del ámbito de lo femenino (la casa y la crianza, con una multiplicación de los valores simbólicos de lo íntimo) del de lo masculino (volcado a lo exterior) pudo resultar una adaptación puntual y eficaz. Por tanto pueden redefinirse las pautas convivenciales y los mecanismos ideológicos que las justifican.

La teología feminista, muy activa, por ejemplo en el seno del catolicismo, no se propone desmontar la religión, sino las justificaciones de la discriminación: por ejemplo en lo relativo al sacerdocio femenino, y frente al argumento de que los carismas sacerdotales solo los otorga el Espíritu Santo a los varones, contestan que no es que la tercera persona de la Trinidad sea machista, sino que lo son los que tienen que reconocer dichos carismas, pues no los buscan en las mujeres.

Se manifiesta, por tanto, una necesidad de generar un marco común de comportamiento que, consensúe la desaparición de este tipo de terribles prácticas discriminatorias y vejatorias. Se trata de un problema muy complejo: el de la necesidad de una ética común, que desde el respeto de las diversidades culturales y religiosas, pero a la par sin caracteres etnocéntricos y religiocéntricos que la desvirtúen, sirva para acabar en este caso con la discriminación.

10 diciembre 2006

La violación como arma de guerra.


La violencia contra las mujeres en situaciones de conflicto armado es una de las formas más terribles de violencia de género. Cuando estalla un conflicto armado aumentan todas las formas de violencia, y en particular la violencia sexual contra las mujeres. Pero la violencia basada en el género no es producto de la guerra. No comienza con la guerra ni cesa al finalizar ésta. Surge de la discriminación de las mujeres. Dondequiera que vivan, las mujeres rara vez cuentan con los mismos recursos económicos, o ejercen el mismo control sobre su vida, que los hombres. En consecuencia, sus derechos humanos son respetados en menor medida que los de los hombres.

La propaganda de guerra que se hace en muchos países muestra cómo se refuerzan los estereotipos antes de los conflictos y durante éstos. Se encuentra el concepto de que las mujeres representan el honor de la comunidad, por lo tanto, atacar a las mujeres del enemigo equivale a atacar al grupo entero y, a la inversa, la idea de que es necesario vengar el «honor mancillado» de las mujeres se usa para justificar actos de violencia. La amenaza y el acto de violencia sexual se utilizan como un arma contra la identidad de una comunidad, especialmente donde está en juego la pureza étnica o religiosa, ya que ultrajando a las mujeres se puede quebrantar y desmoralizar a los hombres. El desprecio en que se tiene al “enemigo” y a las mujeres encuentra su expresión en la violación y en otras formas de violencia sexual.

Hay otro tipo de violencia sexual, permitida por los jefes militares, es el rapto de mujeres para complacer sexualmente a los combatientes. La cultura militar valora la agresividad y refuerza los estereotipos machistas, al tiempo que subvalora las cualidades que se atribuyen tradicionalmente a las mujeres. Las fuerzas armadas estimulan la vinculación emocional entre varones y las expresiones de virilidad, a fin de que los soldados tengan confianza mutua y se muestren reacios a hacer cualquier despliegue de debilidad en presencia de sus pares, lo cual se ridiculiza como una actitud «femenina».

Con frecuencia se tolera tácitamente, e incluso se fomenta, la agresividad de los varones hacia las mujeres, en un proceso en el que se transforma a los reclutas novatos en «guerreros curtidos» mediante un régimen de adiestramiento de carácter embrutecedor.

Las mujeres son vistas como la encarnación de la cultura enemiga, de modo que, cuando el objetivo militar es destruir esa cultura, se legitima la violencia contra ellas. La combinación de desprecio por las mujeres, agresividad militar e impunidad da lugar a actos generalizados de violencia que no se cuestionan.

Uno de los factores claves que permiten que continúen cometiéndose actos de violencia contra las mujeres es la inacción de los gobiernos a la hora de hacer rendir cuentas a sus autores. Éstas, tienen derecho a ver que el responsable es llevado ante la justicia y tienen, asimismo, el derecho a obtener reparación. La reparación consta de cinco elementos:
- Indemnización (compensación económica);
- Rehabilitación (atención médica y psicológica y servicios jurídicos y sociales);
- Restitución (devolver a la víctima a la situación anterior a la comisión de crimen);
- Garantías de no repetición; otras formas de satisfacción, como el restablecimiento de la dignidad.
- Reputación de la víctima, así como el reconocimiento público del daño que ha sufrido.

La enérgica condena de la violencia sexual por parte de todas las personas en situación de autoridad, el enjuiciamiento de los responsables, el establecimiento de programas de formación rigurosos para el personal militar y policial y la organización de campañas de sensibilización pública son todos elementos esenciales de la lucha para poner fin a la violencia sexual durante las situaciones de conflicto armado. Para que sea posible alcanzar este objetivo, el estigma y la vergüenza de la violación deben apuntarse hacia los que cometen o toleran los actos de violencia sexual y no hacia sus víctimas.

25 noviembre 2006

¡¡No más violencia contra las mujeres!!



La violencia de género; es un tema que nos incumbe, nos toca, impacta, nos daña, discrimina, nos priva de nuestras libertades, nos encarcela, nos mata; con el silencio, con las amenazas, con las promesas de no hacerlo mas, nos engaña, nos usa, nos somete; mediante la culpabilidad, “mala mujer”, mediante el miedo, el temor, la incertidumbre, la inseguridad, la dependencia, la humillación. Es por ello que aceptamos nuestra invisibilidad, la soledad, las violaciones, los golpes, los silencios, desprecios y, el suicidio.

¡BASTA!

Por violencia contra las mujeres se entiende:

“Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.”

La violencia de género contra las mujeres es la violencia dirigida contra la mujer porque es mujer o que la afecta en forma desproporcionada.

La causa subyacente de la violencia contra las mujeres es la discriminación por razón del género, que les niega la igualdad respecto de los hombres en todos los aspectos de la vida.

Las mujeres son también objeto de formas concretas de violencia debido a la raza, la clase social, la cultura, la identidad sexual, portadoras del VIH, o la pertenencia a comunidades pobres o marginadas. El control de la sexualidad de las mujeres es un poderoso mecanismo a través del cual los hombres ejercen su dominio en ellas. Las que no cumplen las normas de feminidad, como las lesbianas o las mujeres que eligen vivir de manera independiente, suelen ser castigados duramente, ya no solo por los hombres sino por la Sociedad.

La violencia contra las mujeres no es “natural” ni “inevitable”. Persiste porque la sociedad lo permite. En casi todas las culturas del mundo se dan formas de violencia contra las mujeres que pasan prácticamente inadvertidas porque se consideran normales o aceptables.

Mientras la violencia contra las mujeres se mantenga escondida, tolerada o ignorada por la sociedad y las autoridades y mientras no se castigue a sus autores, la violencia contra las mujeres seguirá perpetuándose.

13 noviembre 2006

Mamá y Mamá


Esta sociedad considera que los bebés son cosa de mujeres y en esta consideración socializa a niños y niñas, y fomenta en éstas el deseo de ser madres y cierta sensación, que implica a todas las mujeres, de que su vida no está completa si no hay un hijo.

En contra de lo que a veces la opinión pública parece creer, los hijos también son cosas de las lesbianas. El deseo de ser madres es tan común a las mujeres lesbianas como lo es a las mujeres heterosexuales. Y como las posibilidades para que este deseo se haga realidad son cada vez mayores y más accesibles, muchas lesbianas están teniendo hijos y muchas más los van a tener en el futuro. La sociedad tiene que empezar a acoger a estos niños en las mismas condiciones que a los demás niños.

Sin embargo, lesbianismo y maternidad genera unos problemas específicos que tienen que ver con la posición de las mujeres en esta sociedad. Una situación de doble discriminación que debido a la falta de una regulación y cobertura legal, repercute especialmente en la situación social de estas familias y, por tanto, en los hijos.

La maternidad es una decisición personal, independientemente de nuestra preferencia u orientación sexual y todas tenemos el derecho a elegir, si se quiere o no tener descendientes. Para todas las mujeres: heterosexuales, lesbianas, la maternidad involucra sentimientos intensos como la alegria, la plenitud.

En la actualidad, el derecho al disfrute de una vida plena, sin discriminación no se cumple, ya que el mundo de las mujeres lesbianas sigue considerándose, como un colectivo ajeno al resto de la sociedad: ser mujer y amar a otra mujer, no es lo que el Patriarcado, haya inculcado a las mujeres. A las mujeres se nos ha negado la posiblidad de elegir libremente; el reconocimiento de identidad en la sociedad actual, la busqueda del goce y placer. Se nos ha educado para la reproducción y el servicio hacia los demás. Por tanto, éstas, son señaladas, atacadas, lo que lleva al ocultamiento de la identidad sexual, la imposibilidad de darse a conocer por temor, por incomodidad, llevando a muchas mujeres a padecer de soledad, depresión y desgaste emocional. La invisibilidad es precisamente la que genera el miedo; este miedo conduce al silencio; y, este silencio es el que fomenta la invisibilidad.

Las agrupaciones lésbicas luchan por el reconocimiento de los Derechos civiles, luchan contra la invisibilidad institucionalizada que conduce a la censura de su existencia, porque no todas somos iguales, pero si frente a la ley. Pero, ¿Son las leyes las que obligan al respeto a la diferencia ( si es que queremos creer que hay una supuesta igualdad de comportamientos o una "normalidad") o es la diferencia existente en la sociedad la que obliga a las leyes a reconocerla y a adaptarse? Si hablamos de homosexualidad, de familias homosexuales, y tantos otros casos, las leyes van muy por detrás de lo que ya existe en la sociedad, y de hecho sólo cambian cuando la situación es insostenible...

Debemos pensar además de que, cada persona tiene Derecho a elegir como quiere vivir la vida, que,la elección por la maternidad es un Derecho natural, biológico. Con instinto maternal o sin él, las mujeres desean tener pequeños para compartir su vida independientemente de su preferencia u orientación sexual, lo cual crea polemica en el caso específico de parejas homosexuales.

Se han realizado estudios en los cuales se llega a la conclusión, que, los hijos/as de dos madres, no ven afectado; su identidad, sexo genérico ni su preferencia u orientación. La diferencia estriba en que socialmente no es adecuado y no se acepta esta situación y, eso hace que los niños/as se encuentren en situaciones, no muy comodas.

Es importante señalar, en las posibilidades que tendrian muchos niños y niñas de tener padres o madres, que realmente se interesen por ellos, brindándoles apoyo y protección , ya que estas cualidades son determinantes en el desarrollo de una persona.

Es evidente que vivimos en una sociedad en permanente transformación. Tratemos, pues, de que los cambios no dejen fuera a ninguno de sus integrantes. Por ello, como decía M.L.Andersen, para conseguir el cambio es necesario mirar más allá de lo que ya existe, y plantearnos qué es posible. Si las condiciones cambian, es lógico que tanto el modo en que se trata el fenómeno como la sociedad en la que esto sucede, cambien también.

30 octubre 2006

El voto de las mujeres en España (y III)

(...)

III. ACCESO DE LA MUJER A LA POLÍTICA


La organización del sistema de género de la sociedad produce limitaciones para la participación femenina en las organizaciones políticas y en las instituciones del Estado:

- El doble trabajo, siendo las responsables del trabajo domestico, les deja menos tiempo disponible. Es cierto que muchas mujeres ejercen ambas funciones, al costo de jornadas de trabajo mas largas que los varones y están en una situación de desventaja. A menos que renuncien a la vida familiar y a la maternidad.

- La socialización en la psicología femenina. Esto hace que tengan menor tendencia a asumir actitudes y formas de comportamiento como el deseo de competir para las que no han sido preparadas, ya que a las mujeres se les ha exigido siempre que sean dulces, amables, en un mundo como el de la política, en el que la competencia es fuerte y dura.

- La asignación de sexo a las áreas sociales y sus actividades (lo publico es masculino, lo privado es femenino) hace que se estructuren de tal modo que sea difícil para las mujeres participar en las masculinas y viceversa. Cuando una mujer realiza tareas consideradas masculinas se le exigen las características asociadas a su sexo, es decir, cuando las mujeres se incorporan a las tareas políticas se les pide que sigan actuando como madres y amas de casa y se les encargan tareas que son semejantes a las que realizan en el hogar. Las diputadas o concejalas son destinadas a temas de educación o servicios sociales, llamadas “políticas blandas” y rara vez son asignadas a comisiones sobre defensa o relaciones internacionales.

- Hay muchos políticos varones, que suelen ser reacios a aceptar la competencia femenina y existen múltiples modos de impedir su participación, entre los mas estereotipadas esta la afirmación de que no hay suficientes mujeres preparadas.

- En los últimos tiempos, gracias a la existencia de acción positiva, hay mujeres en los cargos políticos, parlamentarios o de gobierno, pero no necesariamente estas mujeres están en puestos de decisión que permitan cambiar las reglas del juego y las formas de hacer política. Aunque es cierto que la generación más joven de hombres asumen la necesidad de que haya paridad entre hombres y mujeres en las actividades, el componente de poder en las relaciones entre los géneros sigue existiendo. El control masculino del mundo público es una base importante de las relaciones patriarcales modernas pues los varones regulan las condiciones en las cuales se les permite a las mujeres acceder a él. Es decir, los obstáculos para la incorporación de las mujeres a las organizaciones, instituciones y los cargos políticos también pueden ser una estrategia implícita, no necesariamente organizada como tal, del mantenimiento del poder masculino. Aunque actualmente lo políticamente correcto es afirmar que es positiva la incorporación de las mujeres a los cargos políticos, la realidad es que si no se emplean sistemas de cuotas (directos o indirectos) la paridad entre mujeres y hombres es poco frecuente.

- En la política, como en cualquier actividad, las personas tienen una vida cotidiana que influye en que las cosas sean fáciles o difíciles. Los políticos cuentan con una infraestructura domestica que les permite dedicación a sus tareas sin mayores preocupaciones privadas. Las mujeres no solo carecen de este apoyo sino que además deben demostrar que a pesar de ser mujeres lo pueden hacer igual de bien. Por tanto aunque en las últimas dos décadas se han producido cambios importantes en las incorporación de las mujeres a los puestos de poder, las dificultades aún no han sido superadas del todo.

IV. EL CASO DE ESPAÑA

España es desde hace pocos años un país desarrollado y democrático, los cambios que se han producido en la segunda mitad del siglo XX, y sobre todo a partir de 1977, en que se instaura la Democracia, supusieron para la sociedad en general y para las mujeres en particular un gran cambio.

La Constitución Española recoge en su artículo 14 el derecho a la igualdad ante la ley y el principio de no discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión u opinión o cualquier otra condición. En el artículo 39.1, el texto constitucional establece el deber de los poderes públicos de asegurar la protección social, económica y jurídica de la familia y, en el artículo 9.2, se atribuye a los poderes públicos el deber de promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integran sean reales y efectivas, y remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud facilitando la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.

La tasa de escolaridad de las mujeres en todas las edades es superior a la de los varones, habiendo en la Universidad matriculadas más mujeres que varones, la ocupación femenina ha crecido a un ritmo más rápido que la masculina. Otro dato revelador del cambio de actitudes de las mujeres es el descenso de la natalidad y el retraso de la edad a la que las jóvenes se casan y tienen su primer hijo. A pesar de los avances conseguidos en la educación y en el empleo, todavía el porcentaje de participación femenina en el Parlamento y en el Gobierno no llega al 15%. En el partido que tiene un porcentaje más alto de mujeres parlamentarias, el PSOE, las diputadas son el 19% de su grupo y las senadoras el 18,9%. El PSOE, concurrió a las elecciones generales de 2004 con un programa en el que se mencionaban reformas como las listas abiertas y la promoción de la paridad entre hombres y mujeres. El gobierno ha concretado que se refiere a la reserva de cuotas para hombres y mujeres en las candidaturas electorales, no menos del 40% y del 60% para cada sexo.

De entrada, la feminización de la política en España cuenta con el apoyo de una mayoría social. Aun así, imponer a los partidos la obligación de presentar determinado número de mujeres suscita la duda de algún constitucionalista, que se pregunta hasta qué punto esa condición es compatible con la libertad de asociación política, uno de los derechos mas protegidos por la Constitución. Se pretende que con fuerza de ley se practique la incorporación de un 40% de mujeres a las candidaturas en función de las normas internas. Lo mas complicado puede ser hacer compatible la feminización de los órganos electivos, impulsada por normas legales precisas, con los deseos manifestados por otras personas para abrir las listas de candidatos. La existencia de candidaturas abiertas o semiabiertas da por supuesto que el electorado femenino se va a comportar de manera que favorezca la llegada mayor de mujeres al Parlamento. Dieter Nohlen argumenta que ese tipo de listas parcialmente abiertas es preferible a la cerrada y bloqueada para ofrecer a la electora la posibilidad de votar por mujeres. Esa expectativa depende del contexto cultural y del grado de modernización que ha alcanzado una sociedad.

La afiliación de las mujeres a los sindicatos es baja, como a los partidos. El asociacionismo en España, es muy diverso, formado por asociaciones pequeñas cada vez más numerosas, que van surgiendo. El movimiento feminista, esta constituido por un numero reducido de asociaciones de mujeres que tienen sin embargo influencia como líderes de opinión para el conjunto de asociaciones y para la mujeres que trabajan en los sindicatos y en los partidos.


V. CONCLUSIONES


Como conclusión, es importante que se de una mayor visibilidad a la idea de igualdad. Las mujeres necesitan que la democracia se perfeccione y llegue a todos los aspectos de la vida, la familia y el trabajo, pero también a los partidos políticos y a los sindicatos.

Se debe afianzar lo que se ha conseguido y avanzar hacia una Democracia con más mujeres, hacia una Feminización Política. Mujeres como la socialista Michelle Bachelet, presidenta de Chile, la democristiana Angela Merckel, primera canciller en Alemania, la presidenta de Filipinas, Gloria Macapagal, la presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf, las primeras ministras, Helen Elizabeth Clark, en Nueva Zelanda, Khaleda Zia en Bangladesh y Luisa Diogo en Mozambique, hacen que la aparición de las mujeres en el poder sea mas visible y a la vez imparable.

19 octubre 2006

El voto de las mujeres en España (II)


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II. CONCEPTO DE IGUALDAD EN LAS SOCIEDADES DEMOCRÁTICAS

En la medida en que el sufragismo y el feminismo moderno ponen en cuestión la concepción de la igualdad, la política y sus ideologías deben revisar sus planteamientos al respecto e incorporar a las mujeres y a sus necesidades en la política en general y en las políticas publicas en particular. Ello necesariamente debía conducir a revisar las características de la relación entre el estado y las mujeres, y como consecuencia surgen las políticas anti discriminatorias a favor de la equidad entre las mujeres y los hombres, y provocan la creación de organismos administrativos responsables de las políticas de igualdad entre mujeres y hombres, planes de igualdad de los gobiernos y otras medidas de acción positiva para contrarrestar las situaciones de desigualdad mas difíciles de superar.

Varios han sido los tipos de políticas anti discriminatorias implementadas. Adaptándose a las distintas concepciones políticas y a las diferencias entre los sistemas políticos y sus tradiciones en cada país. Los tipos de políticas responden a distintas estrategias en las formas de intervención que se proponen para corregir y eliminar, si es posible, la discriminación y la desigualdad de las mujeres. Algunos de los principales tipos de políticas públicas han sido, la igualdad de oportunidades, la acción positiva, y la transversalidad.

El ideal de la igualdad social defiende que todos los ciudadanos tengan las mismas oportunidades en la vida. La variante mínima de este ideal de igualdad de oportunidades significa competencia justa para los recursos escasos. La igualdad de oportunidades en la tradición liberal clásica implica que todos los individuos han de tener las mismas oportunidades y que las desigualdades, que se produzcan deberán resultar de los distintos meritos que tienen las personas, lo importante es que el Estado garantice que todos tengan las mismas oportunidades.

La estrategia de igualdad de oportunidades surgió en el mundo anglosajón debido a que el ordenamiento político y jurídico de estos países legitima este tipo de actuación política. La importancia del liberalismo político decimonónico en el desarrollo del Estado moderno es el origen de este enfoque de política pública. Sin embargo en el siglo XX la estrategia de la igualdad de oportunidades se extendió también como estrategia predominante en el resto de los países occidentales, aunque no tuvieran esta misma tradición política. Por ello también ha sido un tipo de intervención política central en las actividades para eliminar la discriminación de las mujeres, las políticas de igualdad de oportunidades para las mujeres tiene como objetivo general su acceso al mundo publico. Una vez que a las mujeres se les otorgó los mismos derechos que a los hombres se hizo necesario garantizar su ejercicio, lo que había que hacer era eliminar las barreras legales, económicas, sociales, culturales y de poder para que pudieran acceder a estos puestos. Esta es la primera línea de estrategia de la igualdad de oportunidades para combatir la discriminación de las mujeres, hay que darles las mismas oportunidades a las mujeres que a los hombres para que no exista discriminación a favor de unos en y en contra de las otras.

El principal componente estructural de la igualdad de oportunidades es el legislativo, imprescindible para garantizar la equidad de derecho, revisar los marcos legales y la legislación existente porque a pesar de que a partir de la concesión del derecho al voto la discriminación ya no es una política de estado, persisten muchas desigualdades en las propias leyes. Una vez eliminadas las leyes discriminatorias se pasa a un segundo objetivo que es el legislar directamente a favor de la equidad a través de leyes de igualdad integrales, especificas, para los distintos problemas de la discriminación: violencia domestica, leyes laborales, leyes de conciliación familiar y laboral, y leyes de participación en las instituciones políticas. Pero las leyes por sí mismas no son suficientes. Una vez cambiado el marco legal es necesario que las mujeres sean conscientes de los nuevos derechos de acceso al mundo publico y cambien sus concepciones con respecto a su identidad y a los roles que pueden desempeñar. La discriminación no desaparece además por una razón importante: el acceso al mundo público no cambia responsabilidades femeninas en el ámbito privado, las mujeres continúan siendo amas de casa a cargo del trabajo domestico, el cuidado de los hijos de las personas que lo necesitan como los ancianos y otras personas dependientes.

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04 octubre 2006

El voto de las mujeres en España (I)

"El histerismo no es una enfermedad, es la propia estructura de la mujer; la mujer es eso, histerismo, y por ello es voluble, versátil". Roberto Novoa

En las Cortes de 1931 muchos temían que la mujer, tachada de "regresiva" y falta de espíritu crítico, pusiera en peligro a la joven república, pero el 1 de octubre, hace 75 años, se aprobó por primera vez en la historia española el artículo constitucional que consagró el derecho al voto femenino. Aunque Clara Campoamor, se enfrentó a sus propios compañeros de partido, venció su tesis y la votación en las Cortes de 1931 ganó el sí por 161 votos frente a 121.

"Dejad que la mujer se manifieste como es, para conocerla y para juzgarla; respetad su derecho como ser humano"; "dejad, además, a la mujer que actúe en derecho, que será la única forma de que se eduque en él, fueren cuales fueren los tropiezos y vacilaciones que en principio tuviere", pidió Clara Campoamor,ante el pleno.

Se ha querido resaltar el papel que la mujer ha venido desarrollando a lo largo de la historia, reivindicando sus derechos, principalmente como ciudadanas políticas, logrando así el voto y dando lugar a transformaciones, cambios en las sociedades de todo el mundo, y como resultado, que en la actualidad se plantee Feminizar la Política.

Para esto se ha centrado el análisis primero en el concepto de igualdad, seguidamente en las políticas públicas que el Estado toma como medidas en las sociedades modernas, para evitar la discriminación hacia las mujeres mediante planes de acción positiva, igualdad de oportunidades o transversalización. Más tarde la atención se centrará en los obstáculos o estereotipos que las mujeres sufren en el poder y, por último una posible feminización de la Política en Europa.

I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Comenzando por el origen del movimiento feminista, los indicios de la rebelión de las mujeres aparecen a lo largo de toda la historia de la humanidad, pero su nacimiento oficial desde el punto de vista organizado data del siglo XIX. Siendo la Ilustración intelectual del siglo XVIII, las raíces ideológicas. Aún así a principios del siglo XIX las mujeres no podían votar, ni presentarse a elecciones, ni ocupar cargos públicos y, en muchas áreas de Europa, tampoco pertenecer a organizaciones políticas o asistir a reuniones de grupos políticos.

La primera respuesta de las mujeres como colectivo ante esta injusticia, fue el movimiento sufragista, quien demandó la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, y la plena participación de la población femenina en las actividades políticas. De tal manera que en Europa se fue eliminando de forma gradual, las barreras legales que privaban a la mujer del ejercicio de diversos derechos libremente.

Los primeros avances en la igualdad tuvieron lugar en el campo de la educación, y se fueron extendiendo en la política, con la conquista del derecho al voto. La presión y la movilización de las mujeres han empujado a los poderes públicos a tomar medidas para garantizar una presencia mas equilibrada de las representantes del sexo femenino en todos los campos reservados a los hombres durante siglos.

En la Declaración Universal de Derechos Humanos se proclama que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y que toda persona tiene todos los derechos y libertades en ella proclamados sin distinción alguna, inclusive las basadas en el sexo. En la Convención de las Naciones Unidas sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer se reafirma la fe en los derechos humanos fundamentales, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres.

Aunque se ha reafirmado la decisión de asegurar a la mujer el disfrute pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y todas las libertades fundamentales y de adoptar medidas eficaces para evitar las violaciones de esos derechos y esas libertades, y sin embargo, aun, no se ha alcanzado todavía una igualdad real en ningún país. Existen barreras difíciles de superar, principalmente, la división de la sociedad en dos mitades por razón de sexo. Esto ha producido una gran desigualdad social entre hombres y mujeres.

El mundo público, que pertenece al mundo de los hombres, ha tenido siempre un valor superior al mundo privado, propio de las mujeres. Esta separación ha sido la causa de la discriminación y de la subordinación de las mujeres, contradiciendo por lo tanto, con los principios que surgieron en la Revolución Francesa, de la libertad, la igualdad, y la fraternidad, que han constituido el fundamento de las sociedades democráticas.

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10 septiembre 2006

La maté porque era mía


La violencia contra las mujeres está tan arraigada y presente en nuestra sociedad que nos cuesta identificarla, se reconoce en las pautas culturales, en las costumbres, en hábitos tradicionales que perpetúan la condición inferior de las mujeres; todas las practicas que asignan a las mujeres una posición secundaria en la familia, en el lugar de trabajo, en la sociedad.

Al hablar de violencia contra las mujeres, “hablamos de violencia de Género” para dejar claro que esta forma de violencia es una construcción social, no algo espontáneo o que está a la moda y por eso se va a llamar así.

En Viena, en el 93, la ONU reconoce los derechos de las mujeres como derechos humanos y reconoce que la violencia contra las mujeres es una violación contra estos.

Se define violencia contra la mujer cualquier acto que suponga el uso o la coacción con intención de promover o perpetuar relaciones de poder y de sumisión entre hombres y mujeres. A partir de la conferencia de Beijing en el 95, el fenómeno de la violencia de género ha sido reconocido internacionalmente como problema social.

¿De que nos vale todo esto? Nos vale para comprender y aceptar que la violencia contra las mujeres ha existido siempre, lo nuevo es verla como violencia y dejar de aceptarla. Es hacerlo visible, dar a conocer sus características, y no excusarla como un aspecto privado. Hay que defender la igualdad entre los hombres y las mujeres y deslegitimar todas las conductas que buscan el sometimiento de la mujer.

Los estudios realizados en todo el mundo han desarrollado una pauta constante de hechos que desencadenen respuestas violentas: no obedecer al esposo, replicar o negarse a tener relaciones sexuales, no preparar la comida a tiempo, no cuidar a los niños, no ocuparse de la casa, formular preguntas al hombre acerca del dinero o de otras mujeres, trasladarse a otros lugares sin permiso del marido.

¿Por qué existe la violencia de género? Existe porque la violencia de género es aceptada socialmente y culturalmente. La violencia masculina ha sido y es tolerada tradicionalmente como algo natural y por ello fácilmente transmitido en la educación de los niños y niñas.

La violencia contra las mujeres tiene su origen en el Patriarcado. Es una forma de dominio y organización social compartida por todas las sociedades. Las formas de sometimiento femenino aparecen tanto en las sociedades primitivas como en aquellas desarrolladas, reduciendo la participación de las mujeres, infundiendo miedo e inhibiendo sus capacidades, para mantener a las mujeres en situación de inferioridad.

El sometimiento a las mujeres no se ejerce solamente mediante la imposición de la fuerza, sino también en las formas de pensar de entender los comportamientos. Las manifestaciones del Patriarcado son constantes en la cultura occidental, en los mitos, en la religión, en la política...

¿Pero porque las mujeres? La situación denunciada se remonta desde hace muchos años. El papel de la naturaleza ha sido decisivo para la invisibilidad de las mujeres, no se puede negar por naturaleza la igualdad de hombres y mujeres, ya que se consideraba que el fin de la naturaleza al crear a las mujeres fue la conservación de la especie y es por tanto el sexo débil dependiente de la protección masculina en todos los aspectos.

La mitología griega, cuna del pensamiento occidental, es unánime en sostener la inferioridad femenina. Así vemos cómo a través del tiempo la mujer ha sido menospreciada, encerrada en las casas y nunca bien vista en los lugares públicos. La sociedad griega antigua estableció la división entre lo público y lo privado, determinado para cada individuo un espacio de actuación. El espacio público, la política, era dominio del hombre, y el espacio privado, el “oikos”, el hogar, era dominio de la mujer pero encabezado por el padre de familia.

El Medioevo, hereda las ideas de la Antigüedad y las aumenta, y así, el antifeminismo aristotélico se vio reforzado por el de los primeros Padres de la iglesia o el de los clérigos medievales. La evolución ideológica respecto al mundo femenino tiene dos momentos destacables, uno en torno a los siglos XI y XII y otro a partir del siglo XIII. En los siglos XI y XII se produjo un movimiento purificador en el seno de la iglesia que afectó a la mujer de dos maneras: como consecuencia de la imposición del celibato ya que se consideró a la mujer la causa de todos los males y en segundo lugar, por la nueva definición del matrimonio que en consecuencia se convertirá en monogámico y vitalicio. Las facultades de Teología y las nuevas órdenes mendicantes elaboraron el ideal de mujer de la Edad Media tomando a la Virgen Maria como modelo por excelencia”.

Por ello la violencia es una actitud aprendida, los valores que sostienen al aprendizaje de la violencia de genero son el sexismo y la misoginia.

Hoy en día la violencia de genero, esta siendo analizado, pero debemos luchar para que no se produzcan estos daños; físicos y psicológicos en las mujeres, donde el 30 % de ellas se suicidan. Se trata de luchar para que se produzcan modificaciones en la educación, en los temas sobre como educar en actitudes alternativas, es importante buscar el apoyo de la justicia, de la sociedad (se debe tener conciencia sobre la violencia de género), el apoyo de la familia es fundamental para detener y ayudar a prevenir la violencia.

Queda mucho por hacer, al tratarse de un rasgo común a la mayoría de las sociedades, la violencia contra las mujeres es muy difícil de advertir, pero hemos dado pasos, uno de ellos es hacerlo visible, este ha sido uno de los objetivos de las feministas, la violencia contra las mujeres ha tenido que ser denunciada para empezar a verse.

Debemos rechazar todo tipo de violencias; familiares, (cuando existen asesinatos para instaurar la honra) domesticas, violencia como arma de guerra, acoso sexual, mutilación genital, la trata de mujeres y niñas, aborto forzado…Hay que denunciarlo, hacerlo visible y decir “NO A LA VIOLENCIA DE GENERO”.

02 septiembre 2006

Mujer Florero


Un día escuché en la radio, “Mujer Florero” de “Ella baila sola”. No era la primera vez que oía la canción, pero me llamó la atención, esta vez porque tomé conciencia del contenido. Y esto es más o menos lo que oí: De mayor quiero ser mujer florero, metidita en casita yo te espero, las zapatillas de cuadros preparadas, y muy bien hecha la cama, quiero hacerte la comida, aunque poco nos vemos yo aquí siempre te espero, porque yo sin ti no soy nada, muy contenta cuando me das el beso de la semana, es mi sueño todo limpio, serán ordenes siempre tus deseos, porque tu sabes mas que todo, quiero regalarle a tu casa todo mi tiempo, y por la noche te haré la cenita, mientras ves el partido o alguna revista y hablare sin parar de mi día casero , no me escuchas no me miras, ay cuanto te quiero… “ .

Me hizo tomar conciencia del significado de las letras, y sinceramente me pareció aterrador. Por un lado me sentía aliviada pero por otro también bastante triste. Si estoy aliviada es porque hoy en día la mayoría de nosotras luchamos por buscar un espacio en esta sociedad patriarcal. Ya no aceptamos órdenes, ya no nos apetece que nos “encuadren” en la vida privada, familiar. No aceptamos que nuestra realidad sea ser “Mujer Florero”, donde ese beso a la semana, sea la recompensa de limpiar la casa, cuidar de los niños, preparar la cena. Buscamos nuestra identidad, luchamos por nuestros valores, trabajamos y buscamos una conciliación laboral, familiar. No es un delirio es una realidad, una ha de despertarse, concienciarse de los cambios que estamos introduciendo en la sociedad patriarcal y ver la manera de hacerles coparticipes de la realidad. Y me sentí aliviada, porque nos estamos despertando.

Pero por otro lado, también estoy triste, porque desgraciadamente, a pesar de haber salido del mundo privado al mundo publico, seguimos siendo “mujer florero”. Tristemente en esta cultura, el machismo sigue arraigado. Tenemos que seguir avanzando, ya no para que haya ese reconocimiento de que hay que compartir las tareas domesticas, o conseguir una conciliación laboral en condiciones, sino seguir demostrando que no somos unas “imbecilitas” como siglos atrás nos consideraban.

Pongo ejemplos, de cómo aún seguimos siendo mujer florero. En Formula 1 vemos a mujeres siempre sonrientes, sumisas, sosteniendo un paraguas, para que el piloto en cuestión no se moje o no sude bajo el sol. O bien, hay un programa que se emite en una cadena de televisión sobre cómo conseguir ser una buen modelo, cómo deben comportarse, y cómo deben aceptar la critica de unos hombres que les juzgan cual objetos de placer. Nos encontramos nuevamente con la idea de la sumisión.

Otro ejemplo es en la típica cena de negocios, la mujer bajo el brazo de su marido, perfectamente arreglada, buena sonrisa, buen bronceado y cuya función o misión es acompañar al hombre y que éste a su vez se enorgullezca de hacer destacar en la velada que la mujer florero que le acompaña es el mejor de sus bienes.

Puedo seguir con la lista de ejemplos, pero en vez de ello os conmino a que nos concienciemos que el hecho de salir de casa no solo es un paso hacia la independencia de las mujeres, sino de que es una constante lucha por nuestra integridad como mujeres. De que se nos ha de como personas y no como objetos de deseo o de placer al que los hombres manipulen a su antojo.

20 agosto 2006

Miedo al Feminismo


¿Por qué, “Miedo al feminismo”? -os preguntareis y dejadme que os responda -¿y por que no? Escogí el blog de esta manera para que todas y todos podáis leer, comentar, criticar, crear un espacio, compartir y reconocer con orgullo que ¡todas somos feministas!

¿Por qué hablo de esta manera? Porque no todas nos consideramos feministas, porque no conocemos el verdadero significado del “Feminismo”. Lo atribuimos a algo negativo, lo ignoramos, lo evitamos, muchas veces creemos que ser feminista es ser una mujer frívola, que no para de lamentarse de su situación, de la vida, de ser una incomprendida y no es así. Debemos ser “conscientes” de nuestra posición como mujeres del siglo XXI, diferenciar y reconocer los comentarios machistas que de forma gratuita siempre acaban surgiendo.

Bien es cierto que existen muchas teorías sobre el feminismo, no lo podemos negar, feminismo cultural, radical, etc. Es normal, a medida que pasa el tiempo, surgen otras necesidades y muchas abogan por una solución u otra, el caso es que luchamos por lo mismo: por nuestros derechos, por vivir con dignidad, por tener un trabajo, por que no sigan esperando de nosotras representar “el papel femenino”en las tareas del hogar. Luchamos por buscar una presencia femenina más predominante en todos los ámbitos, encontrar una política femenina, conseguir el modo de poder, complementarnos con el mundo patriarcal, no seguirles sino convivir en paralelo con ellos.

A mi entender los movimientos feministas surgen en sus orígenes por la insatisfacción del “papel femenino” que la sociedad ha impuesto a las mujeres. No es malo reconocerse Feminista, ya que hasta ahora seguimos luchando por nuestros espacios. ¿Me lo negareis? Debemos agradecer el legado que nos han dejado las primeras feministas, Betty Friedan, Kate Mollet, Simona de Beauvoir y otras. Y luchar por lo que somos: “Feministas”.

Ser feminista” para Betty Friedan en los años 60 “es el único camino que tiene la mujer, lo mismo que el hombre, para encontrarse a si misma, para conocerse como ser humano, es ser su propio creador”. Esto es tener “libertad” en sus propios actos. Defendió posturas en torno al aborto, a los salarios iguales de las mujeres y los hombres, permiso de maternidad, y ¡ah! un mensaje importante “que una mujer, debe poder decir, “quién soy” y “qué quiero hacer con mi vida” y no sentirse culpable al hacerlo“. No se debe sentir como una persona neurótica y egoísta, si al alcanzar las metas propuestas el matrimonio y los hijos no figuran en ellas. Nos seguimos identificando con esas necesidades, ¿Verdad?

Hoy en día en algo hemos avanzado. Hemos dado pasos pero aun queda mucho por hacer. De entrada reconozcamos que como mujeres del nuevo siglo estamos viviendo una etapa diferente. Hay mas presencia de mujeres en todos los ámbitos, pero cuidemos de considerar que poseemos una igualdad frente a los hombres, que podemos alcanzar los mismos puestos que la mayoría de ellos. Dejadme que os diga que no es así, no nos confiemos, sigue habiendo un “bonito” techo de cristal, ya que para alcanzar las cimas del poder seguimos los mismos patrones del “patriarcado”. Debemos repensar el Feminismo, en eso estoy de acuerdo pero no en ignorarle, en rechazarle.

¿Seguís teniendo miedo al feminismo?